domingo, 22 de julio de 2007

Nos engañan

Manuel Lillo


Una vez más el debate sobre el estado de la nación ha tenido un eco importante en la sociedad y en la “cultura política” ciudadana. Todos comentan las discrepancias entre los líderes, de quien fue la culpa, qué habría hecho el otro o de qué manera se está haciendo. Pero existe una pequeña diferencia entre este debate y los anteriores, una distinción que me preocupa y me entristece. Resulta que este debate tan solo se ha dedicado a un apartado de la actualidad, el retorno de ETA. Retorno preocupante, aterrorizador, un fin de tregua que no nos ha pillado por sorpresa pero que no queríamos oír. Las amenazas terroristas, abundantes sobre todo en estas fechas veraniegas nos crean cierto pánico después de lo vivido anteriormente en Santa Pola, Torrevieja, Alicante o Benidorm.

Pero lo malo de todo esto es que nuestros representantes no se dedican a preocuparse sobre cuantos murieron, cuantos pueden morir, qué hacer para evitarlo o alguna solución digna para poner fin a la situación. Nuestros representantes elegidos por el pueblo se dedican a pasarse la pelota y a dedicarse insultos, discrepan sobre las medidas tomadas y tratan de echarse la culpa mutuamente aprovechándose de una violenta situación para recaptar votos. Es alarmante el nivel de política que se está alcanzando en el Estado Español. Llaman civilizada a una democracia basada en aprovecharse de familias desfavorecidas por un triste atentado para llegar a lo más alto. Llaman democracia a los insultos dedicados de unos a otros en el Parlamento. Llaman democracia a una oligarquía basada en la alternancia de dos partidos mayoritarios que controlan exclusivamente el monopolio del gobierno español y generalmente de Europa. Y lo peor no es esto. Lo peor es que aun les damos la razón, y no solo nosotros, también las víctimas. Estamos más de acuerdo con uno que con otro. No nos damos cuenta de que se quieren reír de nosotros y lo están consiguiendo. Y cuando pasa un tiempo volvemos a votarlos para que sigan ahí.

No nos queremos dar cuenta de que ETA se acabará cuando ella lo decida, de que es una organización con cierto apoyo social, por suerte cada vez menor pero que al fin y al cabo está sustentada por un número importante de personas y por eso persiste. Decir que se va a acabar de una manera o de otra es estúpido, la experiencia lo demuestra y no nos enteramos. Mientras tanto, tras un atentado seguirán sacando partido para crear voto y así seguiremos.

Por si fuera poco, lo más grave es que ETA no es lo único que existe en España. Pese a ser centro de disputa, de portadas de diarios y de tertulias radiotelevisivas ocurren otras cosas. Por ejemplo, PP y PSOE nos han prometido enésimas veces la accesibilidad de los jóvenes a una vivienda digna. Esta cuestión es centro de campaña electoral siempre y aún no se ha visto ningún cambio. Salimos en editoriales y artículos de conocidos diarios extranjeros por la cuestión de la extrema construcción en la costa y para frenar esta barbarie tampoco nadie dice nada. La última encuesta dice que somos campeones del mundo en consumo de cocaína, muchos nos reímos (incluso yo) pero es algo que empieza a ser serio. Los contratos basura, el paro, la delincuencia, la violencia sexista, la violencia juvenil, la repatriación de inmigrantes. Problemas continuos que no se nombran, que los tenemos pero que quieren hacernos creer que no los tenemos y lo consiguen, pensamos que nuestros únicos problemas son el caso malaya y que De Juana salga o entre en la cárcel. Es así como nos engañan.

1 comentario:

Hell Dog dijo...

En cierto concierto de ska vi a un tio con una camseta con el siguiente mensaje "Los medios de comunicación en la democracia cumplen la misma función que las pistolas en la dictadura" En aquel momento mi cerebro no estaba para pensar, pero al día siguiente me paré a analizar el mensaje de la camiseta. Actualmente, los medios de comunicación, junto con las fuerzas políticas a las que se vinculan, son los que dictan el comportamiento y las opiniones de los ciudadanos dentro de un sistema democrático como el nuestro, son los que nos dicen sobre qué pensar, sobre qué debatir. Concentran nuestra atención en los sucesos que creen que les beneficiaran a ellos y a sus patrocinadores. Se habla de la globalización de la información en manos de los grandes grupos multimedia y del pensamiento único que ello conlleva; sucede igual que en la dictadura, solo que en esta son las pistolas las que establecen el pensamiento único.
Nos engañan, y estamos indefensos ante las tretas ideadas por los políticos dirigentes, y los medios de comunicación, valuartes de la libertad de expresión y opinión han perdido la brujula y se han unido a los malos. Nos engañan, pero yo aun espero el momento en que resbalemos con nuestras propias babas.